El hachís nunca ha sido un producto uniforme. En España lo asociamos casi automáticamente con el sello marroquí: ese polen prensado que cruza el Estrecho desde hace décadas y que forma parte de la cultura cannábica popular. Pero la historia va mucho más allá. Desde los templos de Nepal hasta los valles de Afganistán, cada región ha creado su propia forma de concentrar la resina del cannabis, y hoy esos métodos tradicionales conviven con nuevas extracciones que parecen sacadas de un laboratorio.
En los últimos años, además, el boom del CBD ha traído un giro curioso: hachís legales sin apenas THC, presentes en estancos y tiendas especializadas. Son polenes y bubble hash que no buscan colocón, sino sabor, textura y ritual.
Hablar de tipos de hachís, por tanto, es hablar de tradición y también de experimentación. Entre la nostalgia de los clásicos y la curiosidad por lo que se está prensando ahora mismo, nos encontramos con un mapa amplio y variado: desde lo que se fuma en las plazas hasta lo que se elabora con hielo seco en talleres modernos.
Mapa exprés de estilos
Si hubiera que dibujar un mapa rápido del hachís, la primera parada sería Marruecos. Su polen prensado, a veces rubio y suelto, otras veces oscuro y meloso, es la referencia en casi toda Europa.
Un poco más al este aparecen los bloques afganos y pakistaníes: densos, brillantes, con ese punto especiado que los hace inconfundibles. Del Líbano llegan tablas claras o rojizas según el secado, y en las montañas de la India y Nepal aún se amasa el charas a mano, directamente de la planta fresca.
La parte moderna del mapa se dibuja con otros colores: el bubble hash o Ice-O-Lator, nacido de agua helada y filtros; el rosin, que sale de prensar cogollos con calor y presión; y el dry sift fino, heredero del tamizado clásico pero llevado a un nivel más delicado.
Son estilos distintos, pero todos comparten un hilo común: buscan concentrar lo mejor de la resina. La elección depende más de la textura y la experiencia que se persigue que de una jerarquía de “mejores o peores”.

Los de toda la vida, sin mitos
Marroquí
En España, decir “hachís” casi siempre es decir marroquí. Su fama viene de la cercanía geográfica y de una tradición que se ha convertido en industria. El método es sencillo en apariencia: tamizar la planta seca para separar la resina, prensarla y dejarla curar. El resultado puede ser un polen rubio, ligero y seco, o un bloque más oscuro y meloso. No hay un único “hachís marroquí”, sino una gama que depende del tamizado, del prensado y del cuidado en el proceso.
Afgano y pakistaní
Más al este, Afganistán y Pakistán producen piezas densas y aceitosas. A simple vista parecen más toscas, pero cuando se calientan en la mano sueltan un brillo característico y un aroma especiado. Son hachises que se fuman despacio, con un carácter más pesado que el marroquí y un toque terroso que los diferencia al instante.
Libanés
El libanés es otra historia. Se presenta en placas grandes, y su color depende del punto de la cosecha y del secado: rubio cuando se hace con plantas cortadas temprano, rojizo cuando se deja madurar más. El rubio es más suave y floral, el rojo tiende a sabores más profundos. No es tan común verlo en España, pero cuando aparece se reconoce rápido.
Charas
El charas rompe el molde porque no se hace con planta seca, sino con flores frescas. Se recolecta frotando las manos contra los cogollos y recogiendo la resina que se va pegando. Es un método artesanal que todavía se mantiene en zonas de India y Nepal. Lo que sale es una masa oscura, con un perfil herbal intenso y una textura casi viva.
La hornada moderna (frío, filtros y menos líos)
Bubble hash / Ice-O-Lator
En los 90 empezó a circular un hachís distinto: limpio, casi dorado, con un aroma que recordaba más a la flor que al clásico bloque prensado. Nació con la técnica del agua helada y los filtros de distintos micrajes. Se baten los cogollos en agua con hielo, se separa la resina por densidad y se deja secar. El resultado es un concentrado que, cuando está bien hecho, se derrite con el calor como si fuera mantequilla.
Rosin
El rosin es hijo directo de la cultura del cannabis en Estados Unidos. Nada de solventes: solo presión y temperatura. Cogollos o polen se envuelven en papel y se prensan con planchas calientes. Lo que gotea es una resina brillante, pegajosa, con un perfil muy fiel al de la planta original. Se ha popularizado porque cualquiera puede hacerlo en casa con un poco de maña y porque evita el uso de químicos.
Dry sift fino
El tamizado en seco ha existido siempre, pero las versiones modernas lo han llevado a otro nivel. En lugar de bastidores grandes y golpes de vara, ahora se usan mallas calibradas que permiten separar resina casi pura. Lo que se consigue es un polvo dorado que, al compactarse, recuerda al polen más fino. No tiene la teatralidad del bubble hash ni la pegajosidad del rosin, pero ofrece un sabor muy limpio y auténtico.
Cómo reconocer uno decente en 30 segundos
El buen hachís no engaña. Lo primero es el olor: tiene que ser vivo, con notas que recuerden a la planta. Si huele a rancio o a plástico, mala señal.
El tacto también cuenta. Un bloque de calidad se ablanda con el calor de los dedos, se estira un poco sin romperse y no deja la sensación arenosa de las mezclas adulteradas.
Al encenderlo, la ceniza debería ser clara y el humo, denso pero no áspero. Si chisporrotea o se apaga en seguida, probablemente lleva añadidos indeseados.
No hace falta ser experto para notarlo. Con un par de pruebas rápidas, se distingue entre un producto cuidado y uno que solo busca volumen.

¿Y qué se puede o no hacer en España?
Primero: el hachís tradicional (con THC) no está permitido. El Código Penal castiga el cultivo, la producción y el tráfico (inclusive en cantidades pequeñas si hay indicios de venta) como delito contra la salud pública (ref Wikipedia. Fumar o portar hachís en la calle está sancionado por la Ley de Seguridad Ciudadana (Ley Mordaza), con multas que van de los 601 a los 30.000 €, incluso si es para consumo personal. En cambio, en el interior de casa la ley tolera el uso personal, siempre que no moleste a otros ni implique tráfico.
Por otro lado, existe una versión legal del hachís con CBD: siempre que venga de cáñamo industrial autorizado y tenga menos del 0,2 % de THC (algunos marcos europeos permiten hasta el 0,3 % para el cultivo, pero los productos finales siguen limitados al 0,2 %). Se puede vender como productos cosméticos o coleccionables; no se pueden etiquetar ni vender como comestibles, complementos o medicamentos sin autorización.
Pero aquí está el quid: aunque ese hachís de CBD (bajo THC) sea técnicamente legal, si te lo ven fumar en la calle, la policía puede aplicarte la misma ley mordaza; no distinguen visualmente entre el hachís con CBD y el habitual con THC, y se puede sancionar igual.
Esto ha causado confusiones reales. En Elche, por ejemplo, detectaron productos etiquetados como CBD que contenían en realidad niveles altos de THC —hasta siete veces más del límite legal— y detuvieron a varias personas por tráfico y fraude.
Resumiendo:
- Hachís con THC = ilegal siempre.
- CBD sí puede existir… pero con límites muy estrictos y con publicidad adecuada.
- Fumar en público se puede sancionar igual, sea hachís THC o hachís con CBD.
- Hay casos reales donde se ha abusado de la etiqueta “CBD” para camuflar THC.
Lo que se compra en España ahora (CBD incluido)
El panorama en España ha cambiado. Mientras el hachís clásico sigue entrando desde Marruecos, en estancos y tiendas especializadas han aparecido resinas de CBD que juegan en otra liga.
El polen CBD es el más habitual: aspecto muy parecido al marroquí de toda la vida, pero con niveles mínimos de THC. Luego está el bubble hash CBD, que busca el mismo acabado limpio que el Ice-O-Lator, pero pensado para quien quiere aroma y ritual sin colocón. En algunos catálogos también se ve charas CBD, prensado suave y pegajoso, con un perfil herbal que recuerda al original indio.
Son productos que han encontrado público entre quienes prefieren fumar sin los efectos fuertes del THC o quienes simplemente buscan experimentar con nuevos sabores. No compiten con el hachís tradicional: conviven con él y, en algunos casos, lo complementan.

Para cerrar: un vistazo rápido a los tipos de hachís
El mundo del hachís es más diverso de lo que parece a simple vista. Hay clásicos que llevan décadas cruzando fronteras —marroquí, afgano, pakistaní, libanés y charas— y técnicas modernas que buscan sabor y pureza, como el bubble hash, el rosin o el dry sift fino. Cada estilo tiene su propia textura, aroma y carácter, y elegir uno u otro depende más de la experiencia que quieras tener que de reglas estrictas.
En España, la realidad legal marca la diferencia: los productos con THC son ilegales, mientras que los derivados de CBD con bajo contenido de THC pueden comprarse y consumirse bajo ciertas condiciones, siempre con responsabilidad. Reconocer un producto de calidad implica fijarse en olor, tacto y combustión, y apostar por el CBD permite disfrutar de los rituales del hachís sin exponerse a riesgos legales o psicoactivos.
Este paseo por los tipos de hachís no busca dar un manual exhaustivo, sino un mapa útil y cercano, para que cualquier aficionado o curioso pueda orientarse, entender lo que compra y decidir con criterio. Al final, todo se reduce a valorar la tradición, la calidad y el respeto por la seguridad y la salud.
La posición de TheCannabisWeb respecto al hachís
En TheCannabisWeb no promovemos el consumo recreativo de hachís ni de otras sustancias con THC. Nuestro enfoque está en los derivados del cannabis con fines terapéuticos y de bienestar, como el CBD, que permiten explorar los beneficios de la planta sin los efectos psicoactivos asociados al THC.
Entendemos que el hachís forma parte de la cultura y la tradición del cannabis en muchas regiones, y reconocemos su relevancia histórica y social. Sin embargo, su consumo con fines recreativos conlleva riesgos legales y de salud que no podemos respaldar. Por eso, nuestra recomendación es siempre optar por productos legales, de calidad y con bajo contenido de THC, supervisados y utilizados de manera responsable.
La misión de TheCannabisWeb es ofrecer información fiable y científica para un uso seguro y consciente del cannabis. Queremos que los usuarios conozcan sus opciones, comprendan los riesgos y puedan beneficiarse de los derivados terapéuticos de la planta de forma segura y legal.
Porque el conocimiento es poder y no hablar de todo sería omitir una parte importante de la cultura del cannabis. Ahora que ya sabes un poco más, tú decides.
